domingo, 2 de noviembre de 2008

LOS FANTASMAS
Definimos el concepto de “fantasma” como duelo no realizado. Es como algo que queda flotando entre dos mundos, algo que no queda bien enterrado. Se da cuando en determinadas familias un hijo sustituye al “muerto” y se hace para que los padres no sufran.
Unos ejemplos:
a) Llevamos el nombre de nuestro abuelo que murió antes de nuestro nacimiento
b) Somos portadores del nombre de un hermano que murió antes de que naciéramos
c) Nacemos en una casa “atestada de hermanos” y como no tenemos sitio nos criamos en la casa de una abuela. Cuando más tarde muere nuestro padre ya podemos volver con la misión de reemplazar al padre.
d) En nuestra niñez, muere un abuelo y no dejan que vayamos al entierro. A partir de ese momento “cargaremos con el abuelo”, es decir el abuelo seguirá vivo en nosotros a consecuencia de un duelo mal llevado.
Los fantasmas pertenecen al ego emocional
Los fantasmas representan inhibiciones emocionales que invaden el Ser esencial y crean una pauta de comportamiento repetitivo que puede ser literal (tener el mismo nombre de un abuelo) o subliminal (nacer en la misma fecha de un difunto) o simplemente puede ser la repetición de estructuras de comportamiento del árbol.
Cargar con un fantasma, parece acto “bondadoso” que en realidad esconde un “regalito sorpresa”. Rabia, enfermedades, agresividad, no permiso para realizarse ya que se vive la vida de otro…
Dos psicoanalistas clasicos, Nicolas Abraham y María Török, introdujeron la noción de “Cripta” y de “fantasma”: La familia guarda un secreto sobre algún evento trágico o difícil, frecuentemente un duelo no realizado, diciendo “Es para tu bien”. El secreto que se instala en la primera generación es ignorado por la segunda, pero de alguna forma sale, se escapa y se esconde en una “cripta” y aparece como un “fantasma”: obsesiones, búsquedas, sufrimientos, pesadillas, enfermedades graves, accidentes… El secreto se manifiesta indirectamente en la tercera generación y a veces durante más de un siglo, en lo que Anne Ancelin Schützenberger llama lazos transgeneracionales.
Según Didier Dumas, el fantasma, como no-dicho o impensado transgeneracional, provoca estragos considerables al transmitirse a los descendientes y oculta esencialmente las preguntas relativas al sexo y a la muerte.
¿Puede poner un ejemplo?
Una chica lleva el nombre de una tía muerta antes de su nacimiento, que murió cuando estaba de parto…
Podemos imaginar el horror. Es como un “código” que se ha deslizado sobre ella, que le advierte que si tiene hijos morirá en el parto. También origina inquietud a la hora de crear…
La chica en cuestión sólo se empareja con chicos que tienen problemas de fertilidad, de esa manera considera que está a salvo
¿Dónde está en este caso el “fantasma”?
La tía muerta es como un fantasma ya que en cierto modo sigue viva. Es un reflejo arquetípico, “un código”. Parir no da muerte. Habría que enterrar a esa tía… (aunque sea en forma metafórica, hay que cerrar el problema).
Cuando algo no se soluciona en el transcurso de una generación, reaparece en la próxima; se repite y repite el conflicto hasta que damos con la solución. Mientras tanto, el árbol genealógico emitirá toda clase de señales de socorro hasta que se haga la consciencia y sus raíces se reorienten.
¿Un hijo es siempre una proyección? Parece que el árbol nos usa para resolver sus conflictos
Sucede que los padres
proyectan sus deseos sobre sus hijos, en lo que se llama proyecto parental con el que nos imponen sutilmente un papel, una personalidad y, en última instancia, un destino al que debemos adaptarnos para no ser rechazados por el clan.
¿Cómo construyen ese proyecto?
Usan el lenguaje no verbal propio de cada familia, hecho de miradas, silencios y gestos. A veces también se hace en objetos heredados, joyas, ropas, o incluso casas o tierras. En lugar de nosotros poseer las cosas, las cosas nos poseen a nosotros si están cargadas de fantasmas. Y en ocasiones las órdenes literales como: “serás un fracasado”.
¿Qué herramientas tenemos disponibles para resolver estos conflictos parentales? ¿Es suficiente con entenderlo?
Desde la psicogenealogía, preocuparse de aquellos de nuestros antepasados que han “muerto mal” y que no pueden “seguir su camino” tranquilamente, es un trabajo de higiene mental necesario. Hay que hacerlo por el bien tanto de nuestros ancestros como de los nuevos frutos del árbol.
No basta con comprender el porqué de un conflicto. Hay que actuarlo, darle una salida a la pulsión, al comportamiento repetitivo que nos dificulta la existencia.
La herramienta que podemos usar es la psicomagia. Un arte sanador que trabaja con el símbolo, la metáfora, la poesía y con la belleza. Para modificar los códigos de conducta más arraigados hay que tener acceso al ADN psicológico, es decir a nuestro destino prefijado…

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